domingo, 24 de octubre de 2010

Entre rejas

El cine que inventó la pastilla de jabón

    Tráfico de drogas, motines, antidisturbios, acoso entre internos, malos tratos… Son algunas de las palabras que nos vienen a la mente al pensar en la cárcel, en ese mundo entre barrotes que tenemos idealizado, entre otras cosas, gracias al cine.

Así, la gran pantalla se ha encargado de traspasar información hacia el exterior de ese muro impenetrable que separa a los presos de su libertad.

Sin embargo, ¿qué se esconde realmente tras las cárceles? ¿La vida es tan dura como nos la pintan las grandes producciones?

Desde siempre, el cine ha recurrido a temáticas sociales buscando crear polémica, movilizar al espectador, o al menos hacer que éste tome consciencia de la realidad que le rodea. Ya en los años 30, “Soy un fugitivo”, hacía uso del género carcelario. De la mano de Hitchcock en los cincuenta, “Falso culpable” contaba con desesperación el testimonio de un inocente.

Con el paso de los años, el traje de rayas y las cadenas fue sustituido por el mono naranja de los sentenciados a pena de muerte. Así, éxitos de Hollywood, como “El expreso de medianoche”, “La milla verde”, “El corredor de la muerte” o “Cadena Perpetua”, aportaban también su granito de arena ayudándonos a comprender un poco mejor, qué hay tras los centros penitenciarios, qué se esconde.

Europa no iba a quedarse atrás, y clásicos como “En el nombre del padre”, narran la historia del terrorismo irlandés, de sus víctimas y verdugos. La película, basada en hechos reales, pone en tela de juicio una vez más la fiabilidad de la justicia. ¿Qué ocurre cuándo un preso, además de perder su libertad, queda desprovisto de todo tipo de derechos? El sistema solo busca encontrar culpables para callar las protestas. ¿Qué más da si éstos lo son o no? El tema ya se ha dado por zanjado.

También en nuestro país, la cámara ha sabido reflejar el terrorismo tras los barrotes. En “Celda 211”, los etarras son tomados como rehenes para ejercer así presión al gobierno. Es cierto que siempre hemos oído hablar del trato que algunos presos, como terroristas y violadores, reciben del resto, pero, ¿es esto realmente así? ¿Están los terroristas en cierto modo protegidos por el Estado, y sentenciados de por vida por sus compañeros de celda?

Las españolas “Azul oscuro casi negro” y “El patio de mi cárcel” -esta vez sin intereses políticos de por medio- muestran la cara más íntima de los encarcelados. Sus miedos, sus pasiones… y todo lo que les ha llevado al encierro. Razones puede que no justificables, pero en ocasiones en parte comprensibles. Para ellos, vivir en prisión se convierte en su modo de vida, y la celda en su hogar. ¿Y el amor? Encerrado en cuatro paredes y reducido a los veinte minutos que dura el vis a vis.

La francesa “Un profeta”, describe los peligros de la vida en las cárceles, regidos, como en la selva, por la ley del más fuerte. Lucha entre clanes, tráfico de drogas, revueltas constantes… Y el control de unos funcionarios que no siempre saben dónde está el límite.

¿Se trata solo de tópicos o no? Entrevistamos a una psicóloga y terapeuta de la cárcel de Navalcarnero (Madrid) y conocemos así la vida entre rejas en primera persona.

1 comentario:

  1. La prisión es una tremenda educación en la paciencia y la perseverancia.

    Nelson Mandela

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